Impactos: 69
El refuerzo positivo, ese gran desconocido, aunque no lo parezca.
El principal problema que tienen todos y cada uno de nuestros clientes, no es la agresividad canina en sí. En realidad es la falta de entendimiento o la incomprensión del lenguaje canino. La agresividad canina es solo una de las posibles consecuencias a causa de la falta de entendimiento. Por ello vamos a ir dando algunas pautas, tips o consejos de qué hacer o no hacer.
El primero de todos , el refuerzo positivo mal aplicado.
- Si nuestro perro tiene miedo y le decimos que sí, su miedo se reforzará.
- Cuando nuestro perro está agresivo y le decimos que sí, su agresividad aumentará.
- Si nuestro perro se encuentra ansioso y le decimos sí, su ansiedad será habitual.
Nadie haría esto de forma consciente, pero el desconocimiento del lenguaje canino hace que esto suceda de forma recurrente.
Vamos a sentar dos bases, sencillas y fáciles de entender:
- Cualquier estímulo agradable para cualquiera de los sentidos, podrá ser un refuerzo positivo, si se aplica tras o durante una acción o comportamiento.
- La entonación de nuestra voz será determinante para que la esta sea un refuerzo positivo, un estímulo neutro o un refuerzo negativo.
Por tanto:
- Vernos contentos o sonrientes.
- Comer o chupar algo sabroso.
- Recibir una caricia.
- Escuchar algo melódico y agradable.
- Oler algo apetecible.
Serán estímulos positivos que se podrán convertir en un refuerzo positivo de la conducta que el perro esté llevando a cabo en ese momento. Sea una conducta deseada o no.
Conviene leer los estudios y teorías de Burrhus Frederic Skinner
Teniendo en cuenta esto y volviendo a los 3 ejemplos anteriores podremos entenderlo mejor.
Si pretendemos calmar a nuestro perro acariciándolo, por ejemplo, estaremos aplicando un refuerzo positivo a ese comportamiento concreto. Por ello obtendremos el efecto contrario al pretendido, ya que reforzaremos el comportamiento.
Al intentarlo con la voz, utilizando tonos bajos y agudos, esa entonación calmada será un refuerzo positivo para el comportamiento. Así de nuevo estaremos reforzando lo que no queremos.
Podríamos decir que para evitar que esto ocurra, sería mejor no hablar y no tocar a nuestro perro en estas situaciones. Así el comportamiento se producirá, pero no se reforzará en modo alguno.
Por ejemplo, si al llegar a casa nuestro perro nos recibe muy agitado, con excesivo entusiasmo, incluso ladrando y saltando a lo loco, casi cualquier cosa que hagamos reforzará ese comportamiento.
¿Qué podemos hacer entonces?
La respuesta es sencilla y muy compleja a la vez, ya que no hay dos casos análogos o iguales.
Pero una respuesta rápida y concisa sería:
- Todo lo contrario que nuestro perro pretenda.
Podemos suponer que en este ejemplo, nuestro perro querrá que lo acariciemos, que juguemos con él, que agradezcamos esa fenomenal bienvenida que nos ha preparado…
Así que lo contrario a eso sería mostrar desagrado ante ese comportamiento y volver a salir por la puerta de entrada, cerrando la puerta tras nosotros. Esto desconcertará a nuestro perro que intentará saber por qué demonios hemos hecho eso. Por ello al volver a entrar unos segundos después el recibimiento por su parte será similar pero con menor intensidad que el anterior. Para no reforzar el comportamiento de inferior intensidad, volveremos a salir de nuevo.
Lo ideal sería repetir esta acción, hasta que nuestro perro desista y simplemente aguarde para ver qué vamos a hacer nosotros después de entrar en casa.
Esto no siempre es fácil, porque primero de todo hay que tener tiempo para hacerlo.
Si finalmente conseguimos que nuestro perro esté expectante ante nuestra entrada, deberemos aplicar el refuerzo positivo a ese nuevo comportamiento que deseamos asentar.
Esto, para alguien sin experiencia, es más difícil de hacer de lo que parece, pero con la práctica los resultados llegarán.